"Hubo un momento en nuestra vida en que estábamos tan unidos que nada parecía obstaculizar nuestra amistad y nuestra fraternidad, y sólo un pequeño puente de peatones nos separaba. Cuando estabas a punto de cruzarlo, te pregunté: '¿Quieres cruzar el puente para llegar a mi?'. Pero ya no quisiste hacerlo; y cuando te lo volví a preguntar, te quedaste callado. Desde entonces se han interpuesto entre nosotros montañas, ríos torrenciales, todo lo que separa y despoja, y aunque quisiéramos reunirnos, no podríamos. Pero cuando ahora piensas en aquel pequeño puente, las palabras te faltan y sollozas y te asombras."
Fragmento de "El puente", Friedich Nietzsche.
[Muchas veces no nos damos cuenta que el no animarnos a pasar el puente puede convertir esa distancia en un abismo. No debería ser verguenza dar a conocer los sentimientos que tenemos, hablarlos, transmitirlos, dejarlos que fluyan. Como así tampoco, debería ser verguenza "pedir ayuda" y dejarse ayudar. Sobretodo cuando tenemos la certeza que, al otro lado del puente, hay un ser que espera impaciente.]
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1 comentario:
Esa vergüenza a la que haces mención la acaba desvaneciendo la edad y la experiencia, suena a frase dicha, pero con la experiencia que tengo, si retrocedierá 20 años, ufff, no iba a cambiar nada el cuento...Besotes!!
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