domingo, 26 de abril de 2009

.De algún día de 2009.

Estaba caminando por ahí cuando lo vi sentado sobre el cordón callado y cabizbajo. Dudé en acercarme, realmente no me interesaba saber que le pasaba, me dolía tener que verlo, estar caminando en paz y verlo. Pero me acerqué, cometí el error más estúpido del día y me acerqué. Cuando levantó la cara y me vio, esbozó una sonrisa con los ojos, esa que yo creía que conocía, intentó acariciarme la mano pero lo rechacé instintivamente. Era lo que menos quería, tener contacto con esa piel tan impura y repelente desde hace tiempo. No podía sostenerle la mirada, era demasiado el rechazo que me causaban esos ojos tan desinteresados, que trataba de mantener la vista en los adoquines próximos a la zanja. No me saqué los auriculares. Sinceramente mi cabeza no paraba de cuestionarme qué hacía ahí si no quería verlo, si no quería escucharlo, si no quería sentirlo. Simplemente bajé el volumen. Hizo el intento de que me sentara, aludió que estaba deprimido y sin fuerzas para caminar; que había perdido su preciada guitarra de bellos ojos y sonrisa, la que todas las mañanas le hacia temblar con su sonido. Eso que en otro tiempo no supo aprovechar. También me comento que era una maquina de cometer errores y engañar a su espíritu, que le costaba darse cuenta de sus fallas. Nuevamente me quiso tomar del brazo para que me sentara a su lado, pero mis piernas estaban rígidamente ubicadas sobre la vereda, les gustaba esa baldosa en la que estaban paradas. Buscó en mí una respuesta compasiva, me miraba, me observaba como esperando algo, eso que de mi nunca más obtendría, pero me seguía mirando. Estaba muy sucio, nunca lo había visto así. La suciedad del alma había mutado a la piel externa y el corazón tenia llagas. En mis oídos sonaban esas canciones que tanto me gustan, en mi cabeza la idea de que él había pasado por alto esas vivencias que tanto repudiaba. Otros la vivieron por su culpa y ¿ahora de qué se quejaba? Era tan poco lo que me causaba su relato que me sonreí... de gracia, sonreí de nada. No me compadecía de él, no me importaban tampoco sus heridas. No me llamaba la atención la música de su voz, esa que en algún momento supo tocar y hacerme perder la noción. Podría haberle dicho mucho en ese instante, limpiar mi cabeza, vaciar la alacena de cacharros viejos y anticuados que ya no se usan. Pero no se por qué, decidía callar… en silencio mire el reloj, el seguía hablándome de sus penas, de lo que a veces recordaba pero no extrañaba, pero más que nada nombraba a su guitarra… Para mi fue demasiado, ser el Tupper donde depositara sus comentarios acerca de ese objeto como para contribuir con la caridad… fue demasiado. Subí el volumen y empecé a caminar, lo escuché gritar, afónico por el dolor y afligido por su soledad eterna, pero a mi ya no me importaba lo que decía, en absoluto… para nada.
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miércoles, 22 de abril de 2009

.Sobre los complementos.


Óleo sobre tela
50cm. x 60cm.
Trabajo con Naturaleza muerta y colores complementarios, en clase de pintura.
Se aceptan todo tipo de críticas.
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sábado, 18 de abril de 2009

FINALES DE MARZO

La luna está acostada sobre sí, pronto culminará un proceso para renacer de a poco, nuevamente. Estoy sentada en lo alto de la escalera mirándola. Me apasiona su fenómeno, me asombra la claridad que tiene hoy el cielo a pesar de vivir en la ciudad. Es azul, muy azul, y ella está rodeada por una aureola clara que crea un degradé de azules a su alrededor hasta perderse en la inmensidad.
Hoy no hay mucho que rescatar, en realidad sí, pero no es tan relevante. Cuando la vi tan rosagante, blanca y llena de luz, recordé que era la misma luna que había visto aquella noche. La gran diferencia es que en ese momento la contemplé mientras salía del horizonte y se hacía cada vez más pequeña. Debajo estaba el mar, brillaba sobre él, lo iluminaba con tanta fuerza que era plateado. Las rocas de la playa también tenían innumerable cantidad de destellos, y todo superaba el límite de la perfección. Está noche la admiran mis ojos y los hierros de la baranda de la escalera. Es fría y hace sombra. En verdad está compañía no disiente tanto de aquella noche, la diferencia es que ésta no habla... Bueno, podría establecer similitudes.
Hay casi nada de viento y por ello los árboles no se mueven demasiado. Son naranjas los troncos por las luces de la calle. No hay nubes y dudo que esta noche invadan. Miré hacia abajo, al descanso de mi compañera donde se encuentra el punto de fuga al que convergen todas las rectas dominantes y me dio un poco de vértigo. Además no se escucha nada, ni siquiera los grillos cantan. Es una noche bastante tranquila...
Agarré la taza de té que había depositado sobre el escalón y bajé.

miércoles, 8 de abril de 2009

MI Crítica a la mentira.


"Crítica a la mentira"
acrílico sobre cartón
20cm. x 25cm.
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Mirá hacia un costado o al otro, hacia arriba o abajo, pero jamás dirijas tu mirada al frente. Porque observar hacia allá sería mirar a los ojos y eso te pondría frente a un extremo peligro. Estarían merodeando muy dentro tuyo, y te expondrías a lo mismo, a animarte a ver, a sincerarte. Mirar al frente delataría la mentira que llevás como una carga tras tus espaldas y sobre tus débiles pestañas. Corromperías tu máximo valor moral, el de no mostrar nada y quedarte con todo. Y eso no es lo que querés para tu perpetuidad...
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Como una sugerencia, el sentido y mensaje del cuadro quizás se pueda apreciar mucho más si se tapa primero un ojo y luego el otro. Aunque el juego a simple vista me parece, al verlo después de pintarlo, que resultó interesante.
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viernes, 3 de abril de 2009

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"Atardecer desde la terraza"
Óleo y acrílico sobre madera
15cm. x 36cm.
Un atardecer que contemplé desde la terraza de mi casa y, después de hundirme en la inmensidad de sus colores, decidí pintarlo.
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